Estos días no es difícil leer o escuchar algún testimonio sobre las carencias en residencias para personas mayores y centros asistenciales para personas con discapacidad en esta Región. Duros testimonios de trabajadores que sobrecogen, por la cruel imagen con la que describen el día a día de los más débiles: suciedad, úlceras, desatención… y lo denuncia el propio personal de estos centros, por lo que me pregunto qué está ocurriendo en esta sociedad para llegar a tales extremos.
Una pandemia no es óbice para pasar por alto la dejadez o la negligencia. Desde la Federación a la que represento, FeSP-UGT, llevamos meses denunciando la preocupación por estos centros y el desasosiego de su personal.
Primero fue la falta de información; después vino la falta de material de protección, en el epicentro de la primera ola de esta pandemia; a continuación, la falta de efectivos humanos por bajas no cubiertas; o lo que es peor, personal sin PCR correspondiente que acudía a trabajar con un posible contagio, porque la empresa no le asistía,…un dislate tras otro que a día de hoy sigue creciendo.
Y esto es sólo por hablar de lo que nos ha invadido el día a día, la COVID -19. Pero lo cierto es que la gestión de las residencias es un mal endémico, es una lucha titánica, que algunos conocemos y a la que nos enfrentamos desde hace demasiado tiempo.
Pero hay que ir al grano, quién está detrás de la mayor parte de éstas. La respuesta es fácil: multinacionales, donde no hay personas, sino balances de resultados, asientos contables; en las que las pérdidas no son humanas, sino económicas. Respuesta sencilla, y atroz, por hablar del sector al que nos referimos.
Así que, a continuación, corresponde preguntarse quién es responsable de esta barbaridad. Pues el primero de todos, aquel que deja en manos de otros esta responsabilidad, su responsabilidad, a través de un concierto; y a continuación, del que asume la responsabilidad.
Dejemos de estigmatizar al personal de estos centros, no son responsables y abominan tanto como el resto de la sociedad lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo. Pero en la mayoría de las ocasiones no se pueden permitir elevar la voz y denunciarlo. Y para eso, estamos nosotros, para darles voz a ellos, y para defender al que no puede hacerlo solo.
Porque cuando se capitalizan las necesidades más esenciales, vamos mal. Y cuando les ponemos precio a los Servicios Públicos, volvemos a cometer el mismo error. Al final, de lo que se trata es de un gravísimo problema laboral, y de control por parte de la administración. Si no hay personal suficiente, si el que hay deber hacer tareas que no corresponden, alguien pierde y, como siempre, les toca a los más débiles. Y a los que no creemos en las injusticias, y luchamos contra ellas todos los días, nos salen ulceras en el alma
Antonio Martínez Peñaranda
Secretario General de la Federación de Empleados y Empleadas de los Servicios Públicos de UGT Región de Murcia