¿QUE POR QUÉ MOVILIZAMOS?
(1ª PARTE)
PORQUE SERRANO ESTÁ DESMANTELANDO EL CORREO PÚBLICO
DE NUESTRO PAÍS (Y PORQUE EL GOBIERNO, O QUIEN SEA,
SE LO CONSIENTEN MIRANDO PARA OTRO LADO)
NO ES ACEPTABLE QUE EL GOBIERNO ABANDONE A CORREOS EN MANOS DE UNA PERSONA QUE SE HA DEMOSTRADO INEPTA Y TRAMPOSA, PROMOVIENDO UNA RECONVERSIÓN SUICIDA MEDIANTE UN MODELO QUE ESTÁ MÁS QUE CONTRASTADO QUE ES UN FRACASO Y QUE LLEVA A CORREOS A LA QUIEBRA INEXORABLE Y A UN DETERIORO DEL SERVICIO PÚBLICO POSTAL INADMISIBLE
Hace algo más de tres años, con la llegada al Gobierno del PSOE, devenido posteriormente en el actual de coalición con UP, los entonces 57 mil trabajadores/as de Correos y sus representantes sindicales abrazamos la esperanza de abordar una discusión a fondo del MODELO POSTAL PÚBLICO de nuestro país desde una perspectiva progresista, tal como se ha hecho con éxito en otros países de nuestro entorno. TRES AÑOS DESPUÉS, SU FRUSTRACIÓN, la de los 48 mil empleados públicos postales en plantilla, 7 mil menos que entonces, ES DE MAYORES PROPORCIONES. Y RAZONES NO LE FALTAN.
Ya nos preocupó, de partida, el nombramiento como presidente de Correos, la mayor empresa pública española, prestador del servicio público postal más antiguo del país, de alguien con perfil desconocido en tareas de gestión empresarial y servicios públicos, sin experiencia alguna reconocida en la dirección de organismos y empresas públicas (ni privadas) y que llegaba por descarte político (tras ser destituido -y agraviado- por el nombramiento de Iván Redondo como jefe de Gabinete de Pedro Sánchez). Serrano llegó a Correos con el único mérito conocido (alardeado por él mismo desde el minuto uno de su llegada) de “ser amigo, fontanero de cabecera y chofer del actual presidente del Gobierno cuando estaba en la oposición”. Él mismo lo explicaba sin sonrojo y con prepotencia mal disimulada a todo aquel que, a su llegada, lo quisiera escuchar. Aun así, como con todo nuevo presidente, CCOO y UGT respetaron los 100 días de cortesía necesarios para que armase las bases de un proyecto postal que se ajustara al discurso progresista con el que el nuevo Gobierno ilusionó a la ciudadanía y que, supuestamente, Serrano debería implementar en el Correo público de nuestro país.
La impericia, la fontanería política de cloaca y la ambición personal desmedida, es el más tóxico de los cócteles que se pueden dar para la gestión de la “res pública” (las hemerotecas nos lo recuerdan una y otra vez). Porque se subordina la defensa del interés general a los intereses personales, de amigos, o de los poderes fácticos (lobbies externos económicos que contribuyen a esos intereses), lo que hace inevitable que el aprendiz de gestor acabe degenerando y normalizando la corrupción (en el sentido etimológico, “práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”), en un ejercicio inaceptable del poder. Desafortunadamente para Correos y el Servicio Público Postal que presta desde hace 300 años, Serrano ha sido la certificación de ese paradigma en su peor versión.
Utilizar los 100 días de cortesía que, tanto CCOO como UGT, ofrecieron responsablemente para sentar las bases de una discusión rigurosa sobre la reforma pactada del Modelo Postal Público desde una visión progresista, para cambiar a escondidas, sin previo aviso y a las primeras de cambio, las reglas de juego, define la catadura del personaje. Hay pruebas suficientes para catalogar a Serrano, en su trayectoria en Correos hasta la fecha, como un gestor amoral, tramposo, desleal y cínico, además de inepto. Lo cierto es que el Gobierno lo nombró en 2018 al frente del operador público postal español, no sabemos si a conciencia o por ignorancia, y ha abocado a una institución que es algo más que una empresa por el reconocimiento y aprecio social e histórico que tiene, a una situación de deterioro, de caos y de desgobierno que no se puede ocultar con el uso, abuso y derroche publicitario (más de 100 millones de euros) que se viene usando como cortina de humo para tapar el fracaso de gestión que empieza a aflorar a través de (según los expertos) síntomas muy graves y serios. Cada vez está más claro que la quiebra de Correos no será por culpa de la pandemia, sino por una clara y manifiesta intencionalidad. Solo falta saber si es la incapacidad de un individuo o el plan premeditado de algún ámbito superior vinculado o ajeno al Gobierno, aunque, a estas alturas, tres años desde el nombramiento de Serrano al frente de la mayor empresa pública de nuestro país, resulta difícil creer que el Gobierno no sea consciente de lo que está pasando en Correos.
Sucedió que nada más acceder a Correos, Serrano rellenó su aversión hacia “lo público”, inexperiencia y desconocimiento de la gestión, mediante la burda copia de un catecismo neoliberal elaborado por la AIReF de forma poco rigurosa a tenor de la realidad postal, y tomó como sustitutiva de su ignorancia supina del sector postal a la mano amiga y bien retribuida de la consultora DELOITE que, como buena consultora, suele diseñar reconversiones “pret a porter” según le encargan los que le pagan.
Es un hecho cierto, comprobado posteriormente, que, nada más llegar, Serrano activó, tramposa y deslealmente, una AGENDA OCULTA DE DESMANTELAMIENTO- DESGUACE-LIQUIDACIÓN DE CORREOS Y DEL SERVICIO PÚBLICO POSTAL, AL
SERVICIO DEL NEGOCIO Y LA ESPECULACIÓN y que, tras haber hecho estropicios y averías de difícil reparación, El PLAN DE DESGUACE SIGUE A PLENO RENDIMIENTO (para él y los “suyos”, por supuesto, no para la ciudadanía y los empleados/as públicos de Correos, y, creemos, que tampoco para el futuro electoral del Gobierno progresista). (Continuará)