Hemos vivido unos momentos dramáticos, una situación que pasará a los anales de la historia.
Como sociedad, hemos visto como nuestra vida cambiaba de un día para otro; como el bienestar temblaba bajo nuestros pies.
Y, como empleadas y empleados públicos, hemos sido el mejor resorte para mantener viva la sociedad, tal y como la conocemos.
Cada una de nosotras y nosotros, desde su ámbito, ha arrimado el hombro: hemos sufrido, trabajado hasta quedar exhaustos; hemos llorado y hemos gritado.
Pero en el fondo, teníamos la confianza de que algo bueno tendría que salir de todo esto: cada día, a las 20 horas, escuchábamos los aplausos de una sociedad que, por primera vez, reconocía el trabajo de los servicios esenciales, gran parte de ellos personal de los Servicios Públicos. Y para nosotras y nosotros, esto ha significado la esperanza de que las cosas puedan cambiar, porque mientras sentíamos miedo, rabia, cansancio…ha llegado a nuestros corazones algo tan bonito como la solidaridad y la empatía de toda una sociedad.
Pero compañeras y compañeros, esto en tan poco tiempo queda tan lejos, es una pena. Esta sociedad está cayendo en lo mismo y nuestros jefes no tienen ni la más remota intención de enmendar lo que hicieron mal: una sanidad en mínimos históricos, unas residencias privadas donde mandan a nuestros abuelos y abuelas sin cerciorarse de si se cumplen los ratios o si el personal tiene los medios necesarios.
Es triste, pero estamos condenados a que, si ocurre otra vez, pasará lo mismo .Y desde aquí os pido que no nos conformemos si esto no cambia, salgamos a las calles y pidamos lo que por justicia se merece esta sociedad: unos Servicios Públicos de calidad
SEÑOR CONSEJERO DE SALUD, YO QUIERO DORMIR CON LA CONCIENCIA TRANQUILA ¿Y USTED?
Mª Ángeles del Amo Sánchez
SECRETARIA DE ORGANIZACIÓN Y DEL SECTOR DE SANIDAD