El problema al que se enfrenta Correos ya era un reto comercial antes de la pandemia, pero ¿cómo va a reaccionar Correos cuando termine esta situación crítica? Esta pregunta es la que se debería responder ahora. Hasta la fecha Correos no ha facilitado ninguna información de cuál ha sido la caída real de la demanda y cuáles han sido los motivos (hay más causas que el corona virus), ni que acciones (comerciales sobre todo) se van a realizar para recuperarla, ni que planificación se ha realizado para que la incidencia en las cuentas, del estado de alarma, del confinamiento, de la paralización de la economía, del cierre toda actividad económica no esencial, permita recuperar la demanda existente antes de la crisis y, por último, es urgente saber que se ha diseñado en este periodo (por falta de tiempo no será) para que Correos mantenga la senda de generación de ingresos necesaria para mantener su solvencia (lo diseñado en el fantasmagórico Plan Estratégico ha quedado periclitado). Esta es la base de la desescalada y no la de entender que la vuelta a la normalidad es que todos los trabajadores estén en su puesto de trabajo, haya o no haya demanda de servicios por parte de los ciudadanos.
La situación que se deberá afrontar a partir de ahora no se va a resolver con esa irrefrenable y permanente campaña publicitaria a mayor gloria de un presidente de Correos (las soluciones no pasan por -costosísimos- cambios en el logo, ni con videos que confunden el voluntariado con la Responsabilidad Social Corporativa de Correos). Tampoco es solución que se informe y culpabilice, un día sí y otro también de que Correos está en una situación límite, ni de que ha tenido que solicitar créditos para atender los pagos a corto de la compañía (UGT y CCOO demostraremos, cuando toque, que en este asunto, hay más cera oculta que la que arde).
Mas valdría que, en lugar de tanta obsesión por la autopropaganda, el actual presidente de Correos explicara las medidas comerciales que se están planificando durante esta crisis para que Correos sufra los menores daños económicos financieros posibles por la incidencia de esta coyuntura. Porque ese si es un ejercicio básico de la desescalada ya que, una vez conocidos los datos, se pueden determinar qué necesidades operativas hay que establecer y como se van a organizar para evitar las posibles contaminaciones por el virus. Por cierto, este es el recorrido que están definiendo empresas responsables con directivos absortos en la gestión (véase el sector de la automoción) y no al revés como se está haciendo en Correos más preocupado en desacreditar a los sindicatos y sus campañas de autopropaganda y “reputacionales”, que en analizar seriamente las cuestiones y problemas que van a afectar a Correos cara al futuro.
Por otra parte. Un problema no menos importante. Correos necesita directivos serios, cualificados y solventes en la tarea de cohesionar una organización y no descuartizarla. Correos no necesita directivos procedentes de Ganímedes que menosprecien la historia de una organización repleta de esfuerzo y trabajo de miles de personas, desde una impresentable teoría Adanista “en los últimos 20 años, en Correos no se ha hecho nada, hasta ahora, que he llegado yo…”. Correos no se merece un estilo de gestión y de dirección revestidos del barniz de la vanidad, autoritarismo, desconocimiento del medio, sectarismo (dividiendo a la gente entre adeptos a primar y sospechosos de pensar por si mismos a castigar) y un desprecio inaceptable hacia personas de reconocida honestidad cuyo único pecado consiste en ser profesionales y no tener más ambición que la de intentar aportar su experiencia, conocimiento y pericia (fuera de Correos se le llama expertise) para que la organización siga manteniendo el nivel de eficacia y eficiencia que se merece por historia y prestigio. No se necesita una alta dirección que establezca en su agenda de prioridades urgentes, la de mover hilos en las alturas políticas para “liquidar”, un suponer, a un representante sindical por un lado y en paralelo forzar la adhesión de otro (al “precio” que sea menester).
Y otro hecho inaudito que se ha producido en Correos. Hemos verificado que es posible pasar de trabajar con discreción y eficacia (reconocidas) en favor de una causa progresista a cambiar de personalidad en apenas 24 meses, hasta el punto de acabar en trasunto de personaje cinematográfico de película de Scorsese. Tan sorprendente como inimaginable. No cabe duda de que hemos ampliado nuestro conocimiento de la teoría de la evolución aplicada al factor humano.
__________________mensaje (sin botella) a quien corresponda____________________
Por último y una vez más. Un mensaje a quien corresponda. Por mucho que lo intenten. UGT no va a renunciar a la unidad de acción con CCOO. Estamos orgullosos y satisfechos de la experiencia. Estamos convencidos de que fortalece y garantiza la democracia laboral en Correos y de que ello, además, redunda en beneficio del sindicalismo en su conjunto. En otro orden, un segundo mensaje que procede hacerle saber desde UGT a quién ejerce el poder actualmente en Correos. Aquí seguiremos y aquí estaremos, trabajando en lo que nos es propio, le guste más o menos. Ello al margen de esa obsesión (muy personal) por descabezar la UGT en Correos. Nuestra cultura sindical viene de antiguo. Desde que Pablo Iglesias Pose fundador de la Unión General de Trabajadores orientó el trabajo sindical a la defensa, ante todo y por encima de todo, de los intereses de los trabajadores. Curiosamente, fue el mismo Pablo Iglesias quien, como fundador también del Partido Socialista, dijo aquello de “los partidos no solo hacen adeptos con sus ideales y doctrinas, sino con los buenos ejemplos y la recta conducta de sus hombres”.